lunes, 21 de noviembre de 2011

En coma, por teñirse el pelo con L'Oreal

Julie McCabe tiene un 8% de posibilidades de sobrevivir al coma que la tiene ingresada en un hospital de Gran Bretaña desde hace tres semanas. Su condición es así de grave, y así de poco proporcional con el gesto que le ha llevado hasta allí: se tiñó el pelo.

Si sobrevive, esta madre de 38 años tendrá, según los médicos, lesiones cerebrales de por vida.

Todavía no se ha vinculado su estado al tinte de pelo empleado, pero quienes la tratan sospechan que pudo haber sido una reacción alérgica a algún agente de esta marca específica (L'Oreal) lo que le ha producido este revés en su salud.

La familia, eso sí, no es tan paciente y está preparando la demanda que presentará contra la casa de cosméticos.

Según el padre de Julie, Keith Miller, de 63 años, la mujer había esperado los 20 minutos recomendados en el envoltorio antes de lavarse el tinte del pelo: "Le dijo a su marido, 'No me encuentro bien, no puedo respirar'. La llevaron al hospital y, en el camino, se le detuvo el corazón. Pudieron reanimarla en urgencias, pero sabe Dios cuánto tiempo su cerebro estuvo sin oxígeno. Ahora está en coma.

Los médicos nos dan a entender que el estado en el que se encuentra ahora es en el que, con toda probabilidad, se quede. No nos dan mucha esperanza. Es difícil de asimilar". Keith añadió que los hijos, de 20 y 15 años, todavía no dan crédito. "Están como en trance", explica.

Julie había utilizado el mismo tinte en el pasado, pero eso, dice Keith, no es excusa. El componente en cuestión, PPD, tiende a acumularse en el cuerpo y puede resultar nocivo a según qué organismos. Por eso, lo que intenta ahora la familia, amén de conseguir una indemnización que creen merecer, es que ese componente desaparezca.

Lo que ha descubierto la familia al preguntarle a su abogado es que Julie no es el único caso. El mes pasado, una chica de 17 años llamada Tabatha McCourt murió a los 20 minutos de haberse teñido el pelo. Como ahora, la policía sigue intentando determinar si tiene algo que ver.

L'Oreal ha hablado a través de un portavoz, que ha intentado mostrar toda la simpatía que le permiten las circunstancias: "No conocemos los detalles del caso, así que no sería apropiado que comentáramos mucho, pero haremos todo lo posible para ayudar a la familia de esta mujer y proporcionaremos a su equipo de médicos toda la información que necesiten para determinar qué ha ocurrido".

Fuente: Daily Mail

La heroína egipcia contra el régimen

Alia Magda El-Mahdy publicó la fotografía en su propio blog, donde ella describe que la imagen es "un grito contra una sociedad hipócrita que es violenta, racista, sexista y acosadora". Ahora la estudiante se arriesga a ser fuertemente castigada.

Alia Magda El-Mahdy (de 20 años) se enfrenta a una ira generalizada en Egipto después publicar una foto de sí misma desnuda, como protesta por la falta de libertad de expresión. Ahora la estudiante se arriesga a ser fuertemente castigada.

Alia Magda El-Mahdy publicó la fotografía en su propio blog, donde ella describe que la imagen es "un grito contra una sociedad hipócrita que es violenta, racista, sexista y acosadora".

Dististos medios de comunicación y agencias de prensa, entre ellas afrol News, han intentado ponerse en contacto, sin éxito, con la joven egipcia. Mientras tanto, la web Bikyamasr informa que la asociación islámica de estudiantes de derecho en Egipto ha presentado una denuncia contra Mahdy y su novio.

Mahdy publicó la foto en señal de protesta contra el creciente poder de los islamistas en Egipto, especialmente los salafistas, después de la caída del régimen de Hosni Mubarak la pasada primavera.

Pero la publicación de la fotografía no sólo ha provocado la ira de los conservadores. Incluso los liberales temen ahora que la maniobra dará aún más votos a los islamistas en las próximas elecciones.

También en Movimiento del 6 de abril, que es uno de los grupos liberales de activistas más conocidos de Egipto, y que participó activamente en el levantamiento de la pasada primavera contra Mubarak, ha enviado un comunicado de prensa en el que niega que Mahdy sea miembro del grupo, desmarcándose de la bloguera.

"Este es un nuevo intento de las autoridades de seguridad egipcias, y lo que queda del antiguo régimen, que nos demonizan", ha declarado el movimiento a través de un comunicado de prensa.

Desde la publicación de la fotografía, el blog de Mahdy, ha tenido esta semana más de 1,5 millones de visitas y ha recibido numerosos mensajes, tanto de apoyo como mensajes de acoso. Muchos la han llamado simplemente "puta", o "enferma psíquica" y se llega a pedir que sea detenida por la policía.

Pero también se han escuchado las voces de algunos activistas que apoyan la acción de la joven egipcia. Un activista, Ahmed Awadallah, afirma estar "totalmente sorprendido por lo valiente que es". Por su parte, Emad Nasr Zikri, dice en twitter que "debemos aprender a diferenciar la desnudez de las relaciones sexuales".

Hasta el momento, la protagonista de la historia, Alia Magda El-Mahdy, sigue en paradero desconocido y sin querer hacer declaraciones a la prensa.
Para la activista egipcia Aliya Magda al Mahdy, la llegada de la democracia a Egipto solo tiene sentido si trae la implantación de logros desconocidos para muchos países musulmanes, como la libertad de expresión o la igualdad sexual. Estas dos últimas cosas, razonó al Mahdy, podían conseguirse con el mismo plumazo: publicando hace unos días unas fotografías de ella misma desnuda en su blog. (Ojo: imágenes naturalmente gráficas).

Pero en lugar de provocar una profunda reflexión sobre libertades en tiempos de cambios sociales, lo que al Mahdy ha provocado es un ultraje colectivo, despertando los sentimientos más islámicos, minando las posibilidades de los más liberales en las elecciones parlamentarias el mes que viene y desnudando, nunca mejor dicho, cuán conservadora es la actitud que impera hoy en Egipto. Apenas hace falta explicar cómo ha sentado la publicación de unas fotos de una mujer egipcia desnuda en un país religioso donde la gran mayoría de mujeres musulmanas tienen que llevar velo y apenas pueden mostrar más allá de sus rodillas en público.

Hay que recordar que en Egipto hasta un beso es tabú. Un twet informó a Al Mahdy de la situación en la que se encontraba. Se había convertido en un ejemplo de cosas que muchos egipcios quieren evitar. Carne para los conservadores, vamos. Justo lo último que quería ser. Hasta el movimiento juvenil al que pertenece, clave para derrocar a Mubarak en enero, reniega de su presencia.

"El movimiento no tiene jóvenes que actúen de esta forma", explicó su portavoz, Tarek al-Kholi, para la televisión Al-Arabiya. "Somos jóvenes conservadores y siempre animamos a que nuestros miembros respeten la ética nacional" (esto, por cierto, incluye vetando a ateos). "¿Cómo íbamos a haber aceptado la ayuda de una chica que se comporta así?".

Mientras la Coalición egipcia de Graduados en Derecho Islámico ha presentado una denuncia contra al Mahdy, su post ha sido visto más de 1,6 millones de veces desde cuando se creó el domingo. Tiene más de 2.000 comentarios. Uno de ellos, muy coherente, explica que "la libertad no equivale a la degradación y a la prostitución".

"La antigua Constitución y los nuevos artículos de la nueva (Carta Magna) dicen que la ley islámica es la base de la legislación, por tanto solicitamos que los dos blogueros sean castigados con las sanciones islámicas", explica Ahmed Yehia, coordinador de la Coalición. Su iniciativa podría costarle una sanción de 80 latigazos o incluso la pena de muerte por el delito de insulto al islam.
Fuente: UPI

sábado, 12 de noviembre de 2011

Cita con Marilyn

Parecía un buen principio. Era jueves, 21 de junio de 1962. En Los Ángeles hacía calor, pero ella había querido esa ciudad y él cruzó el país para encontrarla en el hotel Bel Air, suite 261. Él reservó allí sin saber que era uno de sus hoteles favoritos. De Nueva York llevó vestidos, pañuelos, collares. Y encargó tres botellas de Dom Pérignon. La esperaron cinco horas,él y su champán. Y Marilyn apareció, sonriente, esbelta, casi transparente, "hermosa, trágica y compleja", que diría él. Todo había empezado bien. No acabaría igual.

Porque Marilyn Monroe cumplió su tarea, y Bert Stern la suya. Aquel junio de 1962, la actriz posó para el fotógrafo con y sin ropa, rubia y morena, pensativa y a carcajadas. Pero nunca vio esas imágenes publicadas: el 5 de agosto aparecía muerta en su cama junto a un bote vacío de barbitúricos. "Entonces supe que mi historia de amor con Marilyn había acabado", explica Stern medio siglo después al recordar el adiós de su musa, de la que apenas mes y medio antes había tomado las 2.571 imágenes que cambiarían su carrera.

Aquellas fotos fueron bautizadas The last sitting (La última sesión). Ahora él desmenuza las impresiones acerca de la ?por qué no? mayor estrella del cine en un libro editado por Taschen con muchas de esas imágenes del que solo hay 1.962 copias, a 750 euros cada una, con notas del dos veces Pulitzer y biógrafo de la actriz Norman Mailer. Stern da cuenta de ello en conversación telefónica desde Nueva York. "Es mi sesión más popular", repite incansable. "No sé si la mejor, pero la más popular. Soy el fotógrafo que hizo las últimas fotos de Marilyn Monroe".

Para Stern, por cuya cámara habían pasado Twiggy o Audrey Hepburn, la diva era un reto. Recién contratado por Vogue, volando a Roma para retratar a Elizabeth Taylor en Cleopatra, Monroe se cruza por su mente. Y consigue una cita. "Tenía una llamada de mi secretaria. 'Marilyn dice sí, Vogue dice sí. Los Ángeles. 21 de junio'. Hice las maletas".

Eran las primeras fotografías de Monroe para la revista. "Necesitaba descubrir algo no capturado", cuenta Stern en el libro. Richard Avedon le había hecho unas lujosas fotos para la revista Life, "estupendas para el mundillo, pero no íntimas. No daban ninguna sensación de quién era ella". Dispuso todo: intimidad, luz, complementos. Sin saber de cuánto tiempo dispondría ni el humor de la diva. Ella, al fin, apareció. "Olvidé que estaba casado, olvidé mi vida en Nueva York. Estaba enamorado. Era mucho más guapa y más fácil de trabajar de lo que esperaba".

El sol se ponía sobre California. Él preparó sus cámaras ("una Hasselblad en blanco y negro y una Nikon de 35 milímetros. Aún deben estar por mi apartamento") y preguntó con cautela de cuánto tiempo disponían. "¿Estás de broma?", replicó ella. "¡De todo el que queramos!". "Ya es mía", pensó Stern. Fotográficamente hablando.

Él le enseñó los complementos. "¿Quieres fotografiarme desnuda, verdad?". "Es una buena idea", dijo él, dudando si Monroe aceptaría. "No estarás exactamente desnuda, tienes un pañuelo". "¿Cuánto podrás ver?", inquirió ella. Depende de la luz, afirmó él. Norma Jean solo pidió una última opinión: a su peluquero, al que le pareció "una idea divina". Y descorcharon el Dom Pérignon.

Todo dependió de la luz. Una Norma Jean de 36 años, delgada pero curvilínea y sensual, se transparentaba bajo un pañuelo. "Estaba llena de ideas", asegura Stern. Las luces realzaban su piel transparente y su pelo de plata, las primeras arrugas bajo los ojos y los surcos de su boca. Y una marca en el costado, recuerdo fresco de una operación de vesícula. "Vi la cicatriz. Una imperfección que solo la hacía parecer más vulnerable y acentuaba la suavidad de su piel. Era de color champán, de color alabastro...Podías meter un dedo en su piel, como probar un merengue recién hecho".

Pero Stern no probó nada. "No discutimos de nada. Solo tomamos fotos, fue todo lo que hicimos", rememora por teléfono. Y descarta conspiraciones que aseguran que con la actriz había personal de seguridad e incluso algún miembro del clan Kennedy. "Estábamos nosotros, su peluquero y el hombre que le maquilló los ojos. Prefirió no llevar más maquillaje, solo se puso crema en la cara y el eye-liner.

De su propio maquillaje". De fondo, All I have to do is dream, de The Everly Brothers. "Música de aquella época".

Hasta que amaneció. Monroe quedó contenta a medias con el trabajo. Ella misma tachó algunas de las pruebas de revelado que no la mostraban en la perfección deseada. Hay páginas con 24 negativos de los que se salvan apenas cuatro. A Vogue tampoco le convenció. ¿Y los vestidos y el glamour? Stern guardó sus inservibles contactos.

Modelo y fotógrafo se reencontraron con más ropa y una estilista para supervisar todo. Un vestido negro de Dior resaltaba la palidez de la estrella, que quiso jugar como la primera vez: peluca negra, camisa blanca, collar de perlas. Un abrigo de pieles que solo roza su cuerpo. Una cama medio deshecha. El mismo escaso maquillaje. Disparo a disparo, recuento final: 2.571 fotos.

"Su belleza estaba en su espíritu", explica él, con voz serena. "No creo que pudiera hacer una sesión así actualmente. La recreamos con Lindsay Lohan para New York Magazine, pero estaba copiando mis propias fotos. No hay nadie a quien desee fotografiar hoy. Las otras estrellas no son nada comparadas con Marilyn Monroe".

Cinco semanas más tarde, el mundo despedía a la chica de las tres botellas de champán. Ese 5 de agosto, Monroe llamó a Stern. "Nunca cogí esa llamada. Me lo contó alguien años después. Habría hecho todo lo que hubiera podido para ayudarla. Nunca imaginé ese final, jamás. Pensé que era feliz con su vida y su carrera", narra con abrumadora seriedad. Otras cinco semanas después salía Vogue, con 10 páginas sobre Marilyn, sus primeras en la revista y su despedida, apenas una muestra de esa intimidad. El resto aguardó 20 años en un cajón hasta que, en 1982, la revista Eros publicó las imágenes de esa Marilyn definitiva. Dieron la vuelta al mundo. La última sesión, la que comenzó con un encuentro entre dos desconocidos con cinco horas de retraso, un pañuelo transparente y una cicatriz se convirtió en la más sincera. Marilyn necesitaba sus 2.571 grandes despedidas.
Este es, por los tiempos de la cita en Los Ángeles, Bert Stern, retratado por Irving Penn en 1962.
Publicado por El País, de Madrid
MARÍA PORCEL ESTEPA 12/11/2011