jueves, 15 de agosto de 2013

¿El último verano de la señora VM?

Tal como un beso es un acto privado, un beso en público es un acto público. Pensemos por un instante que sus protagonistas se sintieran ofendidos porque el prójimo se detiene a observarlos. La pregunta es: Sólo por hallarse casualmente en el idílico escenario, ¿estarán las gentes del entorno invadiendo la privacidad de los enamorados? Pues, según el precepto arriba enunciado, ¡jamás!

Igual acontece en las redes sociales, teatro adonde millones de usuarios en el planeta acuden para la puesta en escena de sus cuitas. placeres, opiniones, experiencias, sueños, perversidades, patologías e incluso, cosa ya nada paradójica, adonde muchos van  para hacerle saber al auditorio que los invisibles también son protagonistas.  

Con seguridad, al descubrimiento de estas líneas la señora VM, en verdad Victoria Méndez S,  pondrá una vez más lo que resulta proverbial en ella: el grito en el cielo: "¿Por qué yo?". Pregunta sin respuesta. "¡La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida!", canta Rubén Blades en su legendario súper éxito Pedro Navajas. ¿Por qué fulano dio con el premio gordo de la lotería o por qué aquel otro fue alcanzado por un rayo? Son designios de la ley de probabilidades, cuyos alcances son inapelables. O, acaso, ¿existe la predestinación?

Avanza agosto, y el mercurio promedia los 46 grados centígrados en las Islas Canarias. A la luz de cada tweet o trino en su infatigable cuenta de Twitter esta cibernauta insomne insinúa estar navegando en tiempo y espacio lo suficientemente holgados para darle rienda suelta a sus reminiscencias, antojos, satisfacciones, enojos, añoranzas, que van y vienen en revuelta como las gaviotas de su propia playa.

Aún a miles de kilómetros de allí, alguien que se lo proponga puede verla con la fidelidad y la inmediatez de una cámara provista de un poderoso zoom, que la refleja en su dimensión más interior, lo cual resulta posible gracias, precisamente, a lo puntual y a la vez espontáneo de cada trino suyo. Y así, la secuencia y la suma global de un clic tras otro clic sobre el teclado se van encargando de armar el rompecabezas.

¿Quién es la señora VM? Según su presentación original en sociedad, la del universo de Twitter, se trata de una "Viajera, Lectora, Jardinera, Cineadicta, Cocinera, Fashionista, Noctámbula, Pueril, Apátrida, Superviviente y un poco Snob", tal como textualmente aparecía en su perfil anterior, rotulado con una fotografía suya que todavía no parece satisfacer a cabalidad su empeño por lucir tan maja como para ella sería deseable.


"Y no logro quitarme esa puñetera foto eh... la cambio y sigue ahí grrrrrrr", escribía hace pocos días, y un tweet más adelante complementaba: "Cada movimiento que intento hacer, me pone 'error interno del servidor'". Así, la ilustre señora VM reclamaba a la computadora el derecho a reemplazar la foto personal que no llenaba sus deseos. ¡Sí, claro!, y es porque con este asunto de la globalización de las cosas y de las costumbres, con los satélites encima de nuestras cabezas, alguien nos mira, y muchas veces al detalle. Por supuesto, la autoestima, y por excelencia la femenina en cuestiones de imagen, no está nunca dispuesta para concesiones.

¿A qué horas duerme la señora VM? Habrá que visitar su cuenta a cualquier hora para saberla en plena acción y para entender que debe arrastrar un extremo déficit de sueño. Cuando por casualidad no está en vivo, su trino más lejano data de tres horas. Explicable: el calor en Tenerife es sofocante, según a cada tanto lo reporta. "A estas alturas me dispongo para la ducha. ¡Ufff, no me aguanto el calor, que no deja dormir!", es cosa que suele reiterar esta cibernauta en sus largos monólogos públicos, de los cuales poco y nada trasciende sobre la existencia de otra vida al lado de la suya, como no sea la de sus flores los girasoles son una de sus debilidades que dice regar con la puntualidad de la primera luz en su jardín.

En medio del rigor del estío, su tema más recurrente, la señora VM entresaca de YouTube un vídeo donde Robbie Williams aparece en la bañera. "Sexy, ¿verdad?", proclama a sí misma no hay interlocutor a la vista en su cuentamientras denuesta una vez más contra el termómetro, sintonizado en los 43 grados.

En el siguiente tweet sorprende con la postal de un restaurante a media luz con la perspectiva de la Tour Eiffel como prefiere nombrarla como nombra otras palabras en francésy anota: "¡Genial! ¡Oh, la-la! Me encantan las cenas románticas...". Minutos más tarde, retorna a la computadora y avisa: "Vuelvo a la ducha. No me soporto este calor...". Muy poco después reaparece en su cuenta con este anuncio: "En fin, voy a tratar de dormir, que es un modo de escaparme y vivir otras cosas que no hay en la vida real", alternativa esta que la desvelada tuitera denomina "paralelismo" ('?).



Guapa sin duda, ella es la insigne tuitera mayor de Tenerife, que al serle cancelada su cuenta de Twitter por motivos discrecionales del operador, después de largos episodios de fuego cruzado con diversos interlocutores, este 15 de agosto se cambió a la opción , desde donde vuelve a hacer sonar la artillería contra quienes le contradicen, y al mismo tiempo a comenzar desde cero la angustiosa búsqueda de sus 218 tripulantes, ahora inmersos en las turbulentas las aguas del naufragio de ese buque torpedero llamado VM.  

Por razones que se desconocen, a la medianoche del jueves aparecía en el perfil de madame VM el siguiente registro gráfico, que denota cierta solemnidad al modo de una pasarela de época en algún lugar como su encantador Palacio de Versalles. Hasta poco antes de rayar el alba en Las Canarias, la fogosa cibernauta estaba lanzando un S.O.S., a la pesca del corazón solidario que pudiera asistirle en los menesteres del hundimiento formal de la cuenta que le fue echada a pique durante la cruenta batalla cibernética de los últimos dos días.



En inesperado golpe de timón en cuestiones de la imagen de su perfil, al despuntar el viernes la cuenta de  exhibía de nuevo "la puñetera foto" de sus tormentos, y de la cual había porfiado en deshacerse tres días atrás en frenética lucha contra la computadora.

Amanece viernes, y pronto la muy respetable señora VM espera estar sobre el teclado, para descargar sobre él toda su efervescencia y pasión... Una pasión que la perfila como mujer de temple, el mismo que seguramente determina su modo de amar, quizá tan intenso como cada trino suyo en la cuenta. Y es porque el romance a los 63, tiempo que ostenta con esplendor y con garbo, suele ser tan tórrido, tan incendiario, tan volcánico, que comparado con la temperatura actual de Tenerife, esta última resultaría un témpano de hielo... ¡Oh, sí, les démons de l'amour, con sus embates del verano bajo la piel misma, con sus devaneos por confesar, con sus clamores secretos a punto de hacer erupción...!

Este párrafo comienza cuando han devenido las primeras 16 horas del viernes 16 de agosto, y la señora VM ha desaparecido por completo del radar. El sol canario golpea con inclemencia sobre las islas, y no hay registro suyo ni huella ninguna en los interminables listados de trinos que en todo el mundo la mencionan. En algún descuido de su vasta audiencia, gran parte de la cual parecía tenerla contra la pared en uno de los acostumbrados jaleos con los tuiteros, la misteriosa  ha tomado seguramente las de Villadiego, luego de que su última cuenta fuese también suspendida.

Tiempo y espacio a la carta para permanecer sin pestañear frente a la pantalla de su ordenador le habían concedido un protagonismo de excepción en la red. En medio de sus refriegas con la sintonía, ante la cual reaccionaba inclusive sin apelar a la procacidad, sus detractores llegaron a señalarla de ociosa desquiciada y de haber viajado gratis por medio mundo a expensas de su exmarido, un empleado de Iberia.

Tampoco el operador Twitter da razón de su paradero cuando se indaga por . En inglés o en español, el sitio apenas responde que la incógnita y otoñal madame simplemente no existe, en la exacta medida en que su cuenta tampoco existe. Porque, sin mucha filosofía, al fin y al cabo en la vida misma no somos más que una cuenta, que las horas y los días son meros trinos, cosas leves, efímeras, pasajeras, que tarde o temprano dejarán de serlo.

No resulte ahora que, agobiada por las pandillas de la red,   se haya tomado en serio el camino de Alfonsina Storni, la mítica poetisa argentina acabada de ser inmortalizada en una zamba —no confundir con la samba de Brasil— y quien, vencida por la soledad y el despecho, se fue internando de a pocos en el mar, y sin siquiera mirar de soslayo terminó confundiéndose con la encrespada eternidad del oleaje... 

(¿CONTINUARÁ...?)