Estos hallazgos son muy importantes hoy en día porque ofrecen consejos fáciles de aplicar para combatir el exceso de peso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que habrá 700 millones de adultos obesos y cerca de 2.300 millones con sobrepeso para 2015. Los niños no representan una excepción: actualmente hay 22 millones de chicos menores a cinco años que ya son obesos.
Los kilos de más no son una simple cuestión de estética. Afectan la autoestima de las personas y generan un estigma social, pero también aumentan mucho el riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, los problemas cardiovasculares, artrosis y distintos tipos de cáncer.
Como resultado, la obesidad disminuye marcadamente la calidad y la expectativa de vida.
Los investigadores del Hospital General Laiko de Atenas ya sabían que ciertas hormonas intestinales son liberadas durante las comidas para generar la sensación de saciedad en el cerebro. El objetivo del estudio fue averiguar si la velocidad de la alimentación afecta la producción de estas hormonas.
Todos los voluntarios comieron 300 mililitros de helado a distintas velocidades. Posteriormente, se midió siete veces a intervalos de 30 minutos su nivel de glucosa, insulina, lípidos y hormonas intestinales en sangre. Como resultado, aquellos que comieron su helado despacio tenían mayores niveles de hormonas intestinales y se sentían más satisfechos.
Los investigadores concluyeron que comer demasiado rápido disminuye la liberación de estas hormonas. Como consecuencia, la sensación de saciedad tarda en llegar, las personas comen más y como consecuencia suelen engordar.
Nuestro estudio arroja algo de luz sobre un aspecto del sobre-consumo del mundo moderno: las personas comen rápido por las presiones del trabajo y del estilo de vida. La vieja advertencia que nos daban de niños de que comer muy rápido nos haría gordos puede, de hecho, tener una explicación fisiológica, concluyeron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario