Por Cristina Orendain
Malos hábitos alimenticios que incluyen un consumo excesivo y constante de platillos fritos, productos de origen animal, grandes cantidades de azúcar y comestibles empaquetados repletos de grasas saturadas han provocado que el colesterol sea una palabra conocida y temida por muchos.
El problema, en sí, no es es el colesterol, que está presente en el organismo de forma natural, sino el exceso de éste, que provoca que las arterias se obstruyan y por consecuencia, haya problemas cardiovasculares que pueden llegar, en el peor de los casos, a producir un infarto.
Conociendo a las grasas
La grasa es uno de los tres principales macronutrientes de nuestro cuerpo y nuestro organismo las necesita todos los días.
Gracias a la presencia de grasas en nuestra dieta, se protegen nuestros órganos y se pueden absorber vitaminas como la A, D, K y E, en la que unas son importantes en procesos antioxidantes otras en la formación de nuestro huesos.
Existen tres categorías de grasas, las grasas saturadas, conocidas por muchos como grasas “malas”, que encontramos en los productos de origen animal, pero también están en el aceite de coco y de palma. Las grasas conocidas como “buenas” son tanto las poli-insaturadas que las encontramos en los aceites de maíz, soya, cártamo, girasol y algunos aceites de pescado. Y las grasas mono-insaturadas, presentes en aceite de oliva, frutos secos como la almendras, nueces, entre otros.
Lo cierto es que las tres categorías debemos de aportarlas a nuestro cuerpo para lograr un equilibrio entre ellas.
El problema se presenta cuando estas grasas se empiezan a modificar, como en el caso de las grasas poli-insaturadas, que en su estado original son líquidas, pero al someterlas a los procesos de hidrogenación las convierten a sólidas, este cambio origina que esta grasa, que en su estado natural nos ayuda a mantener los niveles de colesterol adecuados en sangre, tenga el efecto contrario, elevando dichos niveles.
De ahí la importancia de que los aceites los encontremos prensados en frío y no se utilicen para la preparación de platillos, mejor utilizarlos para aderezar nuestras ensaladas.
Y si por algo necesitamos aceite para cocinar, utilizar solo ½ cucharadita por persona y buscar el de coco, que por ser una grasa saturada, es mas resistente al calor, y no va a perder tan fácil sus propiedades.
No hay por que temerle a las grasas, son un ingrediente vital para nuestro cuerpo, pero debemos de fijarnos en la calidad de las grasas, lo que determinará cómo será utilizada por nuestro organismo y, por supuesto, cuidar la cantidad, ya que un exceso provocará tanto un aumento de nuestras células adiposas, como problemas en nuestro hígado y en nuestras arterias.
Un nivel saludable de colesterol es de menos de 200 mg/dL; entre 200 y 300 mg/dL está en nivel aceptables, pero no óptimos y más de 300 mg/dL es de alto riesgo.
Regalate unos años más de vida logrando disminuir tus niveles de colesterol, si sigues las recomendaciones notarás cambios desde el primer mes.
La estrategia para reducir tu colesterol:
- Evitar el cigarro y el café, pues favorecen la acumulación del colesterol.
- Comer muchas frutas, verduras y cereales como manzana, aceite de oliva, aguacate, lentejas, guisantes, avena, zanahoria, col, cebolla y brócoli, que ayudan a disminuirlo.
- Moderar el consumo de productos de origen animal como carnes rojas, lácteos, embutidos y mantequillas por su alto contenido de grasas saturadas.
- Consumir con regularidad lecitina de soya, ésta ayuda a emulsionar la grasa evitando que el colesterol se deposite en las arterías.
- Hacer ejercicio regularmente para mantener en actividad el flujo sanguíneo.
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