lunes, 1 de octubre de 2012

No amargarse la vida sí es posible...

Amargura
La gente se amarga porque tiende a sobredimensionar los problemas simples, afirma el psicólogo español Rafael Santandreu.

 

La raíz de buena parte de los problemas emocionales de las personas está, a juicio del psicólogo cognitivo y escritor catalán Rafael Santandreu, en el tono exagerado y sobredimensionado que éstas suelen imprimirles a los problemas de la vida, incluso a los más sencillos. Mejor dicho, a la tendencia a armar una tormenta en un vaso de agua.

"Las personas les ponen la etiqueta de 'terribles' a las cosas que no lo son: anticipan las desgracias, se toman a la tremenda las adversidades y viven dándoles vueltas a esos pensamientos negativos", dice Santandreu, de 41 años y autor del libro El arte de no amargarse la vida (Editorial Planeta). La publicación ya es 'best seller' en España.

Él parte de la premisa de que la hiperexigencia de la sociedad actual genera neurosis en las personas, las sobrecarga y enferma, "solo aquellas que tienden a no exagerar las adversidades y aprenden a convivir con ellas, logran el equilibrio emocional", dice.

¿Quiénes son los amargados?
Esas personas que son muy vulnerables a las emociones negativas. Vale aclarar que es normal experimentar a veces tristeza, nerviosismo o ansiedad. Lo que no es normal es que los individuos caigan en la dinámica constante de experimentar emociones negativas intensas, porque todo los afecta.

¿Por qué se amarga la gente?
Hay muchas razones, pero quizás las "neuras" reinas son las relacionadas con el amor mal llevado y el desamor. Las consultas de los psicólogos están llenas de gente con el corazón roto. A esas se suman las generadas por la baja autoestima, es decir, por el hecho de verse y sentirse inferiores a los demás.

¿Qué de malo tiene pensar que algo puede salir mal?
No se trata de atajar las premoniciones; a lo que me refiero es a que la gente no debería preocuparse tanto si algo le sale mal. Un rasgo de las personas mental y emocionalmente fuertes es que no viven pensando en que algo puede ir mal; se niegan a que suceda algo terrible, aprenden a ser felices, aunque ciertas cosas no funcionen.

Según usted, amargarse o no la vida depende, en buena parte, de los pensamientos...
Entre el 90 y el 95 por ciento del asunto que nos amarga depende solo de nuestro pensamiento, no de las circunstancias externas. Aunque a muchos les cueste creerlo, las cosas no tienen, en sí mismas, una valoración positiva o negativa. Adquieren una u otra dimensión, a partir del tamiz por el que las pasen las personas.

¿Qué es la "terribilitis" de la que habla?
Es el mal del siglo XXI, podemos darles ese diagnóstico a todas las personas neuróticas. Yo, por ejemplo, hace rato les retiré a todos mis pacientes las etiquetas clínicas habituales de depresivo, ansioso o bipolar; a todos les digo que lo único que tienen es 'terribilitis', así defino la tendencia a calificar, a evaluar, como muy malas o terribles todas aquellas cosas que en realidad no lo son.

¿Cuáles son las "veinte mil adversidades" que menciona...?
Me refiero a que a lo largo de la vida podemos enfrentarnos a miles de adversidades, a veinte mil adversidades de todo tipo, desde pisar caca de perro y recibir una multa, hasta enfermar. Cuando esto ocurre lo que cabe es aceptarlas como vienen y afrontarlas de la mejor manera; ayuda mucho ser conscientes de que hay mucha gente en el mundo afectada por adversidades parecidas o distintas, y que de todos modos se puede ser feliz.

¿Y si lo que hay en el fondo no es amargura sino un trastorno del ánimo real?
Pues yo me concentro en cerca del 90 por ciento de las depresiones reactivas o menores, que emergen cuando la persona tiene una mala filosofía de vida. Estos casos los abordo con tratamiento cognitivo o racional. Y la gente cambia, increíblemente...

Más inteligentes emocionales
En 1983, el psicólogo estadounidense Howard Gardner, reconocido por sus estudios sobre inteligencia, acuñó el término inteligencias múltiples para referirse a otras dimensiones de esta capacidad.

Según él, además de la intelectual, hay otras modalidades que se expresan en unas personas más que en otras. Una de ellas es la llamada inteligencia emocional, que este especialista definió como la capacidad que tienen algunos individuos para resolver problemas ligados con las emociones.

Los poseedores de esta inteligencia pueden tomar decisiones con facilidad cuando están afectados por emociones negativas, causadas por las adversidades. No solo pueden remontar crisis emocionales propias sino comunicarse con otras personas en estos estados.

¿Cuándo buscar ayuda?
La psiquiatra colombiana Yezmín Abrahim llama la atención sobre la importancia de diferenciar los problemas de ánimo comunes de trastornos mayores, como la depresión y la ansiedad, que ameritan tratamiento especializado.

Las personas deprimidas, señala la psiquiatra, no están simplemente desanimadas, "son presa de una tristeza profunda y una desesperanza de la que no perciben salida; en ese punto hay que buscar ayuda especializada", afirma.

Infortunadamente, no es fácil para los médicos generales diagnosticar trastornos de ánimo. De hecho, un estudio del Hospital General de Leicester (Inglaterra), que analizó datos de más de 50 mil pacientes de 10 países y cuyos resultados publicó The Lancet hace dos años, encontró que estos profesionales sólo diagnostican la mitad de los casos de depresión.

En Colombia, según estimados de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, uno de cada cuatro colombianos se han deprimido, están deprimidos o se deprimirán, de modo que se recomienda consultar ante sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o pesimismo y de pérdida de gusto por las cosas de la vida.

*Con información de EFE
Publicado por eltiempo.com.co

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