"El ambiente laboral se convirtió en el espacio para la infidelidad por encima de cualquier otro. Esto no sólo se debe a la cantidad de horas que uno pasa en el trabajo. Allí, pueden jugar más ciertos aspectos de la erótica que no se pueden desarrollar en privado, como la seducción, los juegos de cortejo, el doble sentido, las complicidades y el diálogo sobre ciertas zonas de la intimidad que se comparten en los almuerzos y que algunos jamás compartirían con sus esposos o esposas", explicó la psicóloga y sexóloga Adriana Arias. "La erótica necesita transgresión, ruptura, creatividad, juego, inestabilidad, misterio. Es más probable que eso ocurra en un ambiente laboral y no en el privado, donde suele haber rutina, estabilidad, certezas y estructuras".
Una encuesta realizada hace un par de años por la revista italiana Riza Psicomatica entre 990 italianos de entre 25 y 50 años, concluyó que un tercio de los adulterios ocurre en las dos horas de descanso laboral, originalmente pensadas para almorzar. De ellos, el 31% admitió que busca la forma de concretar la relación ahí mismo: en algún escondrijo del ámbito laboral. Un 26% de los adúlteros dijo que si la ocasión de concretar surge durante el horario laboral no duda en pasar a la acción. Cuatro de cada diez asumieron haber engañado a su pareja en el último año y ocho de cada diez asumieron que tienen fantasías con una colega.
"Está demostrado que el vínculo laboral es más fuerte y sostenido que el matrimonial", concluyó Silvia Salomone, médica especialista en sexología y educación sexual, en una entrevista con el diario Clarín, de Buenos Aires. "En la pareja estable, independientemente de que tengan o no libreta, hay ciertas variables que no se ponen en juego, como la libertad individual, las fantasías y los juegos de seducción. Cuando no suceden adentro, la ansiedad por buscar alternativas comienza a desplegarse por fuera de la rutina, en el macrocosmos de una persona: sea el trabajo, el club o el círculo de amigos".
Facundo llevaba casado 12 años, tenía 2 hijos, y trabajaba en un gran empresa de comunicaciones cuando conoció a Cristina, soltera, una diseñadora gráfica que, si bien no era estricta compañera laboral porque se desempeñaba en otra área de la empresa, compartía con ella algunas reuniones de equipo. "Al principio fue como una aventura —recuerda Facundo-. En la hora del almuerzo nos íbamos a un hotel cercano y teníamos sexo; a eso se reducía todo. Pero lentamente nos fuimos enganchando, hasta que yo terminé separado de mi mujer. Fue muy duro. Me fui a vivir al piso de un amigo que me dio cobijo, veía poco a mis hijos, y la relación con Cristina, una vez apaciguada la pasión del principio, no mostraba señales de otra cosa más que lo que ya habíamos tenido."
Facundo finalmente volvió con su mujer, que, terapia de pareja mediante, logró perdonarlo. Todavía están juntos.
Es curioso que todo lo que desarrollamos en el área laboral lo retiramos de nuestra vida privada. Para ir a trabajar nos arreglamos, nos perfumamos y es allí donde desplegamos nuestros mejores recursos. Pero en casa nos aburguesamos, nos desatendemos, nos desalineamos y nos abandonamos. Total, creemos, lo que hay en casa está seguro, no hay que trabajar para manternerlo. En nuestra pareja creemos tener seguridad, estructura, solidez, amor anticipado, y tenemos el aval de la sociedad.
Error. Quizás si fuera a la inversa, y nuestro hogar y nuestra pareja fueran el espacio para los desafíos, los ámbitos de trabajo dejarían de ser el espacio perfecto para la aventura sexual.
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Publicado por Yahoo! Mujer en Español. por Alejandra Herren - La Botica
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